lunes, 10 de julio de 2017

A una monja que reza

A una monja que reza


Me gusta verla en la iglesia,
con el alma doblada en sus ojos,
con el pecho cargado de fuego
y su rostro de suaves sonrojos.

Fuente de amores perpetuos
se adivina en su andar sereno,
se desliza, como muerto, el silencio
al ancho cuenco de su seno.

Me gusta verla en la iglesia,
arrodillarse ante Jesús escondido,
despojada de todo su cuerpo
y su yo terrenal vencido.

Sus manos en palma florida
se aprietan contra su pecho.
Y se llena la iglesia de rayos
que inundan mi alma de acecho.

Parece que more en su rostro
sublime luz de fuente astral.
Parece que ocupe la dicha
el hueco azul de su forma carnal.

Y es Dios quien se muestra silente
en la humilde monja que reza,
ajena de ser el divino espejo
que derrama Su luz en mi alma entera.


Poema de Francisco José. 8-Julio-2017.





Santa Clara, pintura de Francisco Domingo Marques

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Me basta su cruz

Poema "Me basta su cruz". Francisco José.